Lo imagino...

Lo imagino

Un no color en un lugar ajeno

¿Por qué tiene que estar

Tan lejos para no alcanzarlo?

Negro brillante entre tanto blanco

Tanto resplandor 

Como para elevar gota a gota 

Las lágrimas verde celestinas

¿Por qué alma felina,

Ya no puedo hablar contigo?

Tu voz, extraño tanto tu voz

Me gustaría estar recostado a tu lado 

Siendo domesticado por tu maullido

Dormirme ronroneado

Y felíz de que estuvieras tan pronto en casa.

Te vi y te sentí aquél día

Pero no atreví a limitar tu manejo animal.

Gran animal, fuíste el mejor animal.

Un lamento...

Y entré a mi cuarto

Éste lugar tan frío

Que de incertidumbre inóspito quedaba

Luego de tal relato

Un intento voráz

Una intensa, pero ciega mirada

Sé que no podría vaciarte

Ni desafiar tus leyes naturales

Y nada más fui el ser antagónico

Que te demostró que el amor

No era la forma de vida como pensabas...

Hyena...

De seguro bailas en tu mente

Como un barco a la deriva

No te gustaba el hielo del este

Y nunca amaste la tormenta fría

Eres capaz de convertir el papel en agua

Sabiendo lo difícil que te es escribir en papel mojado

Y aúllas sin saber con quienes aprendiste 

A ronronear tan a salvo

Cuanto has podido pisar está desechado

Cuando quisiste derivar lo hiciste

Siempre te costará porque siempre te ha costado

Pero sabes que eres capaz

Y te comportas tornasol

Como una melodía fúnebre 

Bajo un océano desencantado.

La furia me lleva a cuestas

Esta noche se transformó

En unas imposibles y nefastas ganas de dormir

Y el desprecio parte desde tu Sabana

Para captar mi alma ya blanca,

Y encerrarla bajo tierra

Un tesoro que nunca pudiste redescubrir

Más bien una flor sin cáliz envuelta en fuego

Derretida, descompuesta

Que ni siquiera te importó redimir.

Usalmente cayendo...

Usualmente soy la maldita hoja cayendo

Que baja hasta llegar a la sombra de tus pies

Soy oídos, naturaleza, pensamientos,

Soy tan café, como el café de tus recuerdos

Naturaleza muerta,

Como la fotografía de mi mismo cayendo

Tal soplido de un diente de león

Tal como el tabaco seco desde el fuego

Humo vagando tras las luces de los cristales

Gigantescos caminos verticales

Dando de noche un resplandor blanco

Rebotando en mis párpados cerrados

Girando con un surco de costado

Volteo mi mirada entre-cerrada

A las columnas que rodean todo 

Todo lo que ya no tengo 

Y todo lo que me depara

Desde abajo se ve todo tan lento

Nada más vale pareciendo deshidratado

Los árboles ya tan secos, el aire tan mojado

Y desde lo alto sólo caigo, caigo y caigo

Usualmente soy la maldita hoja cayendo

Una hoja ida, detenida y precisa en el aire austral 

Soy gritos, naturaleza, callados pensamientos,

Tal gruñido al rasurar, tal invierno así tan pálido

Como antes me gustaba; hoy tan neutro.